Montse Beca

De pequeña, viví la evidencia de que la vida es impermanente, que la vida se cambia, es movimiento. Seguramente esta experiencia de vida, lo que me ha traído ha trabajado como terapeuta/psicóloga, después de hacer mi propio proceso de autocrecimiento.

Siempre he sentido una atracción hacia el niño interno de las personas, a menudo, olvidado, desterrado, desorientado, o cuidado.

Me gusta acompañar a la persona en un espacio de confianza y seguridad, a que encuentre sus propias respuestas a sus dificultades y descubrirse a sí misma, para poder transformar los momentos de crisis en oportunidades para crecer y descubrirse más .

Acompaño a la persona teniendo en cuenta su totalidad, es decir teniendo en cuenta los tres centros de inteligencia o conciencia que tenemos todos, el del pensamiento, el de la emoción y el corporal o instintivo. Es interesante que validemos estos tres centros de información, ya que si conseguimos escucharlos por un igual, las respuestas que necesitamos o buscamos, fluirán y podremos ser coherentes y congruentes con lo que pensamos, sentimos y hacemos.

Siento mi profesión como un privilegio, el privilegio de poder acompañar a estos niños internos, en un tramo de su viaje, que es la vida. Siento cada historia como un tesoro y me siento muy agradecida y también un inmenso respeto por cada persona que ha depositado en mí la confianza de compartir su intimidad.

Todo lo que ofrezco en la práctica terapéutica es fruto de todo lo que me han ofrecido y me han enseñado los distintos maestros que he tenido en el transcurso de mi aprendizaje profesional. Y también fruto de lo que me ha enseñado la vida y he aprendido de mis propias hijas, de mi marido, de mis padres, hermanos y amigos. Gracias!!