Núria Palau

Decidí formarme en psicología porque tenía mucha curiosidad por saber cómo funcionamos, porque pensamos cómo lo hacemos, porque sentimos lo que sentimos, porque decidimos hacer lo que acabamos haciendo.

Una vez terminada la licenciatura, inicié la formación como psicóloga especialista en psicología clínica, durante tres años de prácticas en un hospital público. Desde entonces hasta ahora he estado trabajando en la sanidad pública, en un centro de atención a las adicciones. Esta experiencia me ha aportado un profundo conocimiento del fenómeno de las adicciones o dependencias, en sentido amplio, desde la comprensión y el reconocimiento del sufrimiento que producen.

Paralelamente, he seguido sintiendo siempre la necesidad de formarme. Hace 12 años hice el máster en Psicoterapia Integradora Humanista, liderado por los doctores en psicología Ramon Rosal y Ana Gimeno-Bayon. Descubrí, entre otras muchas cosas, la potencia terapéutica de la capacidad simbólica de la mente, así como la mirada comprensiva y reparadora de considerar a cada persona única en sus vivencias y sus afectos.

Luego vino la maternidad, y dos hijas preciosas, siguieron dándome lecciones sobre la vida y el amor.

Cuando el hacer de madre me lo permitió, hice un curso introductorio de psicoterapia corporal, y nuevas puertas de comprensión se abrieron de par en par. Este hecho me llevó a realizar la formación de posgrado de Psicoterapia Corporal Integradora Humanista, con Maria Beltrán, y posteriormente, el Máster en Psicoterapia Somática de la CPSB, en el que todavía sigo. Incluir en el cuerpo enriquece y completa mi mirada curiosa a la singularidad de la persona que acompaño.

Veo la psicoterapia como un espacio seguro y fértil, donde se crean las condiciones adecuadas para que el impulso de vida se desarrolle, donde mediante el vínculo auténtico entre dos personas se convierte en el encuentro auténtico con uno/a mismo/a. Donde se pone luz a las nuevas formas de pensar, a las nuevas intenciones, a las nuevas formas de sentir.

Firmemente creo que nunca paramos de descubrir y aprender, si estamos atentos. Que no podemos dejar de ser quienes somos, que no podemos hacer desaparecer las cicatrices, pero sí aprender a estar con ellas y amarlas.